
“Actuar bajo costras, que por sí mismas revientan,
tan pronto por dentro la actividad las rebasa y se limita
de otra manera. Entre los martillos persiste
nuestro corazón, como entre los dientes
la lengua, que sin embargo
continúa alabando”. Rilke.
Un estado de primavera anidó en mi alma cuando te conocí.
Supe destrozar todos los límites. Cruzar todas las puertas.
Mi corazón supo latir a velocidades nunca imaginadas.
Pase por el miedo y el dolor como quien atraviesa un puente.
Lo crucé y me hice fuerte.
Aprendí el amor que va más allá de los juicios y opiniones, el que quema dentro, el que no tiene explicación.
El que te deja sin aire y arriesga extremos.
Como al borde del abismo.
El problema es que era un juego de a uno. No se jugar al solitario.
Decidí soltar todo.
No sin antes poder quedarme contigo para siempre.
Por suerte, lo logré.